Viernes 22 de abril, cuando en la capital del Turia se preparaban los actos del Homenatge a València, fiesta clave del nacionalismo de la terreta, un servidor se desplaza a la capital del Reino para poder disfrutar de una de las bandas más influyente de los últimos años en el panorama rock/reggae/ska/fusión/folk (ya no sé ni cómo definirlos) del País Valencià. Y es que tras 17 años de buena, muy buena, música, los de Pego se despiden, o eso dicen, que esta despedida se está haciendo larga, aunque placentera. Y no nos podemos perder la ocasión de verles cuantas veces hagan falta para que su recuerdo nos dure mucho tiempo en las entrañas.
Así que nos encontramos haciendo la previa típica en la puerta de la sala, con un regusto valenciano facilitado por un poco de Kasaya traída expresamente para celebrar el evento, aumentando las expectativas y ganas de verles a cada minuto de la cuenta atrás para entrar en la Penélope, dispuestos a darlo todo, cuando recibo una llamada desde el interior diciendo que empiezan (Gracias Estherilla ;). Pero si son solo las 21:40???. Apurando, cola, y pá dentro a buscar lo más cerca posible del escenario el primer tema (tras la intro perdida), Aire, que bien sienta. Y mientras la sala se iba llenando La Guardia y Babaloco, para acabar el primer bloque y recibir el calor del público Madrileño, y algunos Valencianos exiliados, expresados en aplausos. Bastante gente joven, con muchas ganas y algunas banderas.
El escenario se les queda pequeño a La Gossa, la sala también, con el 90% del aforo (sobre las 800 de aforo de la sala), el público se agolpa principalmente adelante, donde el baile y el buen rollo, amenizado de algún montonet gracioso, hacían una agradable piña.
Esto funciona, buen sonido, ambiente, sensaciones de placer.
El pecat original y Respira para flipar con un señor pogo. Joder, llevamos 5 canciones y ya estoy exhausto. Esta noche algo me dice que voy a pasármelo bien, ¡muy bien!. Continuamos con dos temas sobre la realidad valenciana, Senyor pirotècnic y Cavallers ejecutados en conjunto. Y ya toca algo más tranquilito para relajar y coger fuerzas (que nos queda mucho por gozar), Última volta, y La veu trencada. Agradecimientos a los asistentes, que se hacen raros escucharlos en castellano, es la costumbre, pero es lo que toca.
Silencio roto por notas emanadas de los teclados anuncian La nostra sort, gritos de satisfacción, se siente que es un tema que gusta mucho, y a botar para arriba y para abajo. Seguimos con la polseguera, De cara a la paret. Falsos i absurds enganchada con un temazo como Esbarzers. Si señores, Esbarzers es una canción original de La Gossa, aunque los Zoo lo estén petando con la versión, a mi gusto mejor, pero para gustos colores.
Y de aquí al final mucha Saó intercalada de otras delicatesen. Y es que la Saó es el estado de una cosa que ha llegado a su madurez, a la perfección; una ocasión; o el estado idóneo de la tierra para sembrarla y trabajarla. Que cada uno saque sus conclusiones, pero por mi parte diría que estos chicos están en el mejor momento, el perfecto, para seguir sembrando.
Tres de Pego, y el bailoteo sigue con Ball de rojos y la ya clásica Quina Calitja anunciando el fin del mundo. Un bloque cargado de un sonido tan maravilloso, que sale de un elemento cónico de madera con 8 bellos orificios, bendecido por los dioses (antiguos y nuevos). Un placer el haber sentido esas notas acariciando mis viejos, y maltratados a veces, oídos. Lo sé, no soy imparcial. Ni lo pretendo. Como dolçainer novato defenderé hasta el final de mis días tan bellas melodías. Incluso me haré un tatuaje.
Ya va quedando menos, así que vamos con la sentimental, Camals mullats, que nos da un respiro a las piernas para lo que se avecina, una orgia de vientos y choques por toda la sala con Entre Canuts y La Polseguera, que no tiene nada que envidiar a Goran Bregovic, y que marca a mi juicio el momento más álgido de la noche. Me encanta esa canción balcánica. Y para cerrar Farem Saó, por si no era suficiente. Y es que los Alicantinos hicieron hasta 7 temas del renombrado disco, que junto con otros 7 de La Polseguera coparon dos tercios del concierto. Qué bien se me dan las matemáticas. Y la última, procedente de sus inicios, de cuando eran xicotets, Batiste Ceba, momento de darlo todo cuando empieza a llover Kasaya. No quiero mirar al culpable porque me quedaría bizco. Gran ovación mientras suena la outro, reverencia al público, y muchas caras de satisfacción en ambos lados.
No me gusta subir el ego a los músicos (aunque lo haga), que para eso ya se bastan y se sobran ellos solos, pero he de reconocer que el concierto ha estado de categoría, mel de romer, de 10. Profesionalidad y experiencia por parte de todos los componentes. Ole. Y aún así creo que La Gossa Sorda es una banda que me gusta muchísimo más al aire libre, en espacios amplios, con miles de personas, bengalas, y alguna muixeranga improvisada. En el Viña no me lo pierdo. 23:20 del todavía viernes, nos queda mucha noche para seguir la fiesta, y es que… cuando salgo a buscar la alegría no sé porque acabo siempre en la calle del Jimmy Jazz de Vallekas, escuchando buen ruido rodeado de muchos fills de (la) gossa.
Texto: Adrián Sutej
Fotos: Maria Peralta
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